MARCA PUEBLO y el marketing turistico
Los expertos le llaman “Marca Ciudad” a aquella ciudad (valga la redundancia) que se encuentra posicionada dentro de la mente colectiva del público en general, ya sea por sucesos buenos o malos, planeados o esporádicos; y, enfatizando a la idea anterior, solo se le puede adjuntar la denominación “Marca” cuando un número muy grande de individuos tienen el mismo pensamiento de dicha ciudad.
La marca ciudad funciona exactamente igual que una marca comercial privada, como Apple, Coca-Cola, Nissan, etc. etc. ya que en términos más terrenales es la reputación de dicho ente colectivo. Por ejemplo, cuando al DF (Distrito Federal) decidieron renombrarlo como la hoy conocida CDMX(Ciudad de México), el grupo de asesores de imagen junto con compañías de marketing turístico llegaron a la conclusión de que para: darle una nueva imagen a la ciudad, alejarla de los estereotipos y de la “reputación” de ciudad basura; era necesario cambiarle el nombre. Durante su implementación, las burlas y los chistes mexicanos minimizaban este plan de trabajo haciendo ver que lo que en verdad querían era que la delincuencia disminuyera, como en el mapa ya no aparecería el DF dirían “¡ah mira, ya no está! hay que hacer nuestras travesuras en otro lado” y que por arte de magia tendríamos una ciudad nueva.
La tarea fue titánica, no solo abarcó escoger un nuevo nombre con unas siglas que fueran pegajosas y fáciles de aprender; también cambiaron logotipos de todas las dependencias, cambiaron colores, una restructuración de la policía y de los servicios públicos, se realizaron políticas de producción para nuevos spots, campañas, planes de negocios y marketing para el turismo; hasta los uniformes de los barrenderos fueron re-diseñados, todo esto con el afán de darle una nueva cara al antiguo DF ahora llamado CDMX. Algunos años después podemos ver que la apuesta que hicieron les está resultando positiva, aún tienen problemas de delincuencia, aun Tepito sigue siendo Tepito, y la zona Rosa sigue más Rosa que antes, pero la perspectiva de la ciudad ante el público principalmente de afuera de la ciudad esta cambiando positivamente, ahora hay un mayor ingreso de turismo e inversión privada, lo que se convierte en más empleos, mayores salarios, y al mismo tiempo se reduce la delincuencia.
Lo que antes fue motivo de burla, sospechas de corrupción y exigencias de cuentas por un “Posible gasto innecesario” hoy es uno de los planes en estrategias de marketing digna de los libros. La clave del éxito fue “coherencia y aguantar lo más que se pueda”.
Al día de hoy existen 111 pueblos mágicos en la República Mexicana, que son los pueblos orgullo de la nación, punta de lanza para el turismo y desarrollo social y defensores de la cultura regional. Todo turista que se digne de ser “Un turista” debe tener en mente visitar todos estos pueblos; y para los demás, es obligatorio visitar alguno de ellos alguna vez en la vida o tal vez sin darnos cuenta ya pisamos tierra mágica. Son lugares con calles dignas de presumir en Instagram.
Se estarán preguntando ¿Por qué hay tan pocos pueblos mágicos si México es muy grande?; esto se debe a que para obtener esta denominación el pueblo en cuestión tiene que tener características dignas de los Dioses, son tan grandes, tan específicas y difíciles de obtener que es prácticamente imposible lograr obtener la bendita denominación; el que sea así solo provoca que la calidad de los servicios, seguridad, cultura, infraestructura, etc. etc. sea de lo más alto posible para garantizar su crecimiento exponencial de forma segura, social y económicamente. Y si a todo esto le sumamos las grandes, y repito para enfatizar; “Las Grandes” cantidades de dinero que el gobierno federal destina para un pueblo mágico, esta denominación la convierte en un objetivo muy atractivo para los que quieren hacer crecer a la sociedad y para los que les gusta jugar en las oscuridades de la corrupción, de ahí que la mayoría de los candidatos políticos basen una o varias de sus propuestas de campaña en hacer de su pueblo uno de los Pueblos Mágicos de México. Si para los pueblos que tienen productos turísticos, ya sean tangibles o intangibles es difícil ahora imagínense que tan difícil es obtener esta denominación para un pueblo que no los tiene.
La denominación de Pueblo Mágico, aunque es de orgullo para sus habitantes y un despliegue de recursos federales, no es el único camino para tocar el cielo del turismo nacional e internacional. Para que un pueblo se convierta en una marca de interés turístico sin ser Pueblo Mágico tiene que pasar una de estas dos situaciones: la primera, es que la cultura histórica y la cultura social actual estén en un pleno balance donde nunca se haya necesitado de un plan de marketing turístico para hacer de un pueblo un producto turístico, ya que su experiencia de vida los ha encaminado a ese punto de manera natural, sin forzarlo, sin planearlo; la segunda, es que siendo un pueblo que tiene cultura histórica de algún tipo, pero no tiene una cultura civil actual que haga balance, tienen que (a fuerza) realizar campañas de marketing turístico para establecer lineamientos que los lleven a ser una marca reconocida primero a nivel regional, después nacional e internacionalmente.
¿Cómo se logra sin la ayuda de la federación? La fórmula es sencilla, pero la aplicación de esta es desesperantemente difícil:
Alcaldía + Ciudadanía + Plan de Marketing + Constancia = Marca Pueblo exitosa. (El orden de los factores no altera el producto)
La mayoría de las alcaldías contienen el departamento de difusión cultural y si bien hace la función de planeación turística, algunos también anexan a una oficina diferente el área de turismo, donde se limitan (si bien le va al pueblo) en hacer difusión de los atractivos turísticos del área - pongan atención en esto que acabo de escribir “atractivo turístico” ya después hablaremos de este término tan importante y tan mal entendido- confundiendo lo que es la propaganda con la publicidad y por lo tanto los resultados son erróneos.
Para poder diseñar una buena “Marca Pueblo” es necesario que el alcalde en turno se olvide de los intereses políticos y se enfoque (entre otras cosas) a realizar un plan de marketing turístico a largo plazo, donde la ciudadanía tiene como mínimo el 80% de la responsabilidad de que el plan sea exitoso. Para este momento sé que ya está numerando una gran cantidad de “peros” que evitarían que un plan de estos se logre, y tienen razón, la sociedad hoy en día es un asco, pero continuemos saltándonos este pequeño bache.
La responsabilidad del alcalde en turno es: tener la visión suficiente para dirigir o delegar a un grupo de profesionales de marketing turístico y hacer un plan de trabajo a largo plazo (unos 9 años como mínimo) donde su objetivo principal sea cambiar y unificar el pensamiento grupal y dirigirlo hacia lograr el objetivo planteado por la misma sociedad. Les pondré un ejemplo: uno de los mejores atractivos de los pequeños pueblos que no tienen ruinas arqueológicas o grupos indígenas es que ellos apuestan por la infraestructura, imagínate un pueblo construido con un mismo estilo, ya sea colonial o minimalista, con unas calles que te invitan a caminar y caminar durante todo el día admirando la arquitectura de las casas, ese tipo de calles que atizan las grandes productoras de cine para hacer sus películas románticas.
La unificación del pensamiento colectivo es difícil de lograr, pero se puede hacer, si no fuera así no tendríamos pueblos mágicos. Solo se logra con constancia y coherencia, solo se logra tocando el corazón de las personas, y ayudándolos con estimulos ya sean económicos, técnicos o de reconocimiento. Con un buen plan de trabajo a largo plazo se pueden lograr grandes cosas.
Uno de los problemas principales es que las autoridades en turno tienen planes de trabajo propios, ellos (por culpa de la sociedad) piensan que tienen que entregar resultados tangibles a corto plazo para lograr y mantener la aceptación de las personas y eso los impulse en sus carreras políticas y es por este motivo que dejan los planes a largo plazo en el olvido. Alguna vez platique con uno de ellos, textualmente me dijo: “¿Para que hago un plan a largo plazo? El que viene detrás de mi se llevara las palmas de algo que a mi me costó hacer, no trabajaré para otros”. En el juego de la política lo que me dijo es razonable, ya que la sociedad exige resultados a corto plazo, solo piensa en el ahora y no en el futuro, si tanto la sociedad como los políticos pensaran a largo plazo se harían cosas diferentes, y los proyectos más ambiciosos y con mayores beneficios para la misma sociedad se lograrían. Con esto no quiere decir que no se exijan beneficios a corto plazo, solo digo que se planteen de la misma forma los planes a largo plazo.