Tu marca suena
Bienvenido a «La banda sonora de tu vida», el programa musical para todos los que sentimos que la música nos atrapa y nos emociona. Gracias por acompañarnos una madrugada más en esta radio que es la tuya. Empezamos, y en el programa de hoy haremos un repaso a las bandas sonoras que te han acompañado durante toda tu vida. A ti, querido oyente, que ya has traspasado la barrera de los treinta y empiezas a poder mirar atrás. Y como la vida sin música sería muy aburrida, lo haremos a través de los jingles publicitarios que probablemente todavía hoy sigan sonando en tu cabeza.
En tu más tierna infancia ya te quedó claro que «ni gota ni gota, ni gota ni gota, con Dodotis no notas ni gota». Luego creciste comiendo pan con « Lecheee, cacaao, avellanaaas y azúuuucar: ¡Nooo-ciii-llaaa! » mientras entre sorbo y sorbo de no ser que hubieras pillado piojos en el colegio y luego tocara usar «Filvit champú, Filvit
Bueno, vale, no te preocupes si no puedes dejar de tararear alguna canción, seguramente lo que te sucede es que tienes viviendo en tus oídos un gusano auditivo, o así lo bautizaron los siquiatras del siglo XIX , y que viene a ser como un parásito que vive en una parte de tu cerebro y que almacena sonidos. No te inquietes, el gusanito tiene espacio suficiente para vivir, no te vayas a creer ahora que tienes el cerebro al ciento por ciento de materia gris. O sea, es como si algunas sintonías o estribillos se te hubieran almacenado en la cabeza en un USB a prueba de bombas, y de vez en cuando le dieran al play sin pedirte permiso, para hacer que te encuentres tarareando alguna de ellas, a veces ante tu propia sorpresa y en el momento más inoportuno, como si en un funeral te da por silbar Sobreviviré.
Y ándate con ojo, porque en la memoria no se almacenan solamente las canciones que te gustan, sino que la selección es involuntaria y depende de cuán pegadiza y movida sea la musiquita . Puede ser que odies profundamente el estribillo de reggaetón que pone cada día tu vecino a todo volumen pero que, a fuerza de oírlo, tu gusano auditivo se haya familiarizado con él y un día en el ascensor te descubras cantando como Daddy Yankee a pesar de tener aspecto de arrancarte por bulerías. O que seas fan de Carlos Rivera y en la cola para tomar sitio en su concierto se te escape un Aserejé ante la mirada inquisidora de tus compañeros de fiesta, que lo percibirán como un pecado capital en esa tierra en la que Carlos. Normalmente esto sucede con canciones convencionales, pero el súmmum de la publicidad es cuando esto te ocurre con los jingles de los anuncios, que es como se denomina en la jerga publicitaria a las cancioncillas que acompañas algunos anuncios y que en su letra suelen mencionar el nombre de la marca. Entonces, cada vez que tu gusano auditivo se pone en funcionamiento es como si estuvieras volviendo a oír el anuncio. Tú mismo te fabricas los anuncios, los interpretas y los escuchas, y todo sin cobrar un peso. El negocio redondo, la publicidad en primera persona.